jueves, 17 de julio de 2008

Variaciones sobre un tema

Un clásico en este tipo de preferencias son las andalias de goma de playa y de verano: en Argentina ojotas, en Uruguay Hawaianas, en España chanclas o de dedo, en llos USA flip-flops, en cada sitio de una manera, y siempre las mismas. Olorosas al cabo de un tiempo, amoldadas al pie como una huella del ADN de su propietaria, baratas y por ende descartables, son compradas para durar una temporada pero casi siempre repiten hasta su quiebra física. Indispensables en la vida de las mochilera, amas de casa de vacaciones, prostitutas y funcionarias, y, en general, personas de un lado y otro de la ley, de un lado y otro del mostrador, de un lado y otro de la ventanilla.

Comenzamos con un clásico: unas auténticas havaianas brasileñas, blancas, pero con el hecho diferencial de tener su plataforma un poquito más gruesa, y en leve declive que no merecería el nombre de cuña. Adviértase que también las bridas o bandas que configuran el thong propiamente dicho son algo mayores, más gruesas que las correspondientes en la versión tradicional.

La pedicura es igualmente clásica: un tono de esmalte rojo bombero, que queda bien con la piel aún no bronceada. Las uñas tienen forma, aunque no están excesivamente largas.

Otra versión sobre dimensionada del clásico: esta vez a cargo de Melissa, estas tradicionales sandalias de dedo tienen plataforma y tacón, configurando un coturno de inspiración nipona. Ligeras en peso y contundentes en forma, agregan tantas toneladas de feminidad como centímetros de estatura. Creo recordar que se hacían en varios colores, negro incluido. Lamentablemente, salieron de línea tras su primera -y supongo que triunfal- temporada.

La pedicura es absolutamente minimalista y natural, es decir, sin esmalte, ni base, ni brillo. Simplemente lijado y abrillantado. Adviértase el elegante y agradable detalle del toering en el pie derecho.


Ya en otro contexto, y con otra pedicura, vemos estas mismas sandalias.

Otra versión: con un pequeñísimo tacón -transparente- y una plantilla de almohadillado blanco esta sandalia busca ser invisible aunque evidente. Ayuda a este efecto el hecho de ser las bridas no transparentes por completo, sino levemente traslúcidas y en acabado mate. La manera más elegante de ir descalza y con tacón, llevando unas simples sandalias de dedo.


De la pedicura baste reiterar lo dicho para la primera foto: un clásico de la ojota, las uñas en rojo oscuro e intenso, que compensan tanto la blancura de la piel como la aparente falta de formalidad del calzado escogido.


Un discreto close-up para degustar mejor los dedos y las uñas de la princesa, bajo el pretexto de contemplar en detalle el tono y textura de la brida.

Terminamos la parte informal en materiales "man made", es decir, plásticos y tal, tan propios de este uso de calzado playero y mojable, con unas fabulosas sandalias de gran plataforma, ancha brida en tejido, y en color blanco con detalles o vivos en rosa. Es una pena no tener alguna foto con la preciosa modelo en pie, pues estas sandalias tensan la pantorrilla de una manera muy bonita, y el pie se asienta muy bien sobre ellas. Un sueño, y ahora que conocemos algunos detalles corporales de la señorita que es mi señora, podemos imaginarnos el efecto de este calzado combinando con un biquini adecuado.

La foto está tomada en la misma avioneta en la que se hicieron las fotos de aquellos increíbles zapatos de madera y blancos de mi primer post, aunque ya es en el viaje de regreso. Bien puede uno imaginarse que todavía quedan algunos granitos de arena entre los deditos de los pies de la Diosa, así como el noble esfuerzo que estaríamos dispuestos a hacer para despojar a la señora de esas minúsculas incomodidades. Nada, pues, que agregar a la descripción de la pedicura hecha en su momento, congratulándonos, una vez más, de la grata y excelente longitud de esas uñas. Y agradeciendo la pulserita y la sortija, joyas de pie que tanto valen, que tan poco cuestan y que dan verdaderas alegrías a quienes sabemos apreciar esos detalles.

Y vamos ahora con los materiales nobles, madera y cuero. Comenzamos con una bonita sandalia de plataforma en madera de tono natural, aunque la plantilla y las bridas son en cuero plateado. Es de destacar que la hebillita de una de las bridas tiene el detalle (repipi o putesco, que en el fondo es lo mismo) de unos brillantitos, como si fuera necesario esa artificio para atraer las miradas de los predadores. Una pena que no se vea el tacón, pues era grueso y alto, bien proporcionado. De nuevo un caso de unos pocos centímetros de elevación de estatura, aunque muchos años-luz de elevación de la propietaria (y de su consorte) en la escala moral o evolutiva de la especie humana.


Apreciamos unas uñas en buena forma y tamaño, limadas cuadradas, con una bonita curvatura. El tono podría ser un rouge absolut, o incluso alguno sencillito -y barato- de L´Oreal. Lo que importa en casos como este es el simple, grato, y maravilloso hecho de que una mujer decide pintarse de rojo las uñas de los pies, y eso ya es una declaración de principios. Si lo hace por que le gusta, mejor, y si además lo hace porque sabe que le gusta a quien duerme con ella, pues ya ni te digo.

Y cerramos este monográfico post con un bonito ejemplar de sandalia thong de vestir y de tacón alto. De marca Schutz (Brasil) tienen unas interesantes bridas en ancho decreciente, y una plataforma con adecuada angulación para facilitar la marcha. Sensualidad y comodidad a golpe de diseño. Plantilla a juego con la brida, madera más bien oscura, tacón y altura general de vértigo, en fin, que las palabras sobran, y quedémonos contemplando en silencio esta obra de arte, tanto en su continente como en su contenido.

La pedicura está hecha en un tono nacarado más perla que rosita claro. Uñas no especialmente largas, pero tan sensuales como siempre. La piel -en este caso, bronceada- de mi mejor amiga destaca en tan bonito y especial envoltorio. Pero ya está bien por hoy, o por lo menos, por ahora.

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