

Calza la reina unas sandalias de goma -pero eso sí, de las finas y bonitas- a la altura de sus méritos, y de las que no se encuentran fácilmante ni en el mercado, ni en las playas de moda y piscinas de hoteles de lujo. Aunque para lujo, lo que se dice verdadero lujo, la Gata.
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