sábado, 25 de octubre de 2008

Sandalias de tiras

Todo un clásico del fetichismo del pie son -y han sido, y serán- las sandalias de tacón alto y de finas tiras de cuero; hasta las que no saben y no entienden, cuando quieren dar el golpe, aunque sea en la boda de una compañera del trabajo, se ponen las sandalias de tiras. No se suelen hacer pedicura, y claro, la idea es buena pero no queda del todo rematada.


La Gata tiene unas cuantas (docenas) de sandalias de tiras, aunque lamentablemente no he tenido muchas ocasiones de inmortalizr sus linsas patitas. Vamos a poner unas cuantas fotos -aunque sean de archivo- para que se vea que después de unas cuantas semanas de desatención, el blog surge y resurge con la fuerza de su Musa e inspiradora.

Con las presentes sandalias se puede disfrutar de una visión tan gratificante como completa de los deditos de los pies de su portadora. Adeviértase que las tirillase centran en el arranque del empeine, y quedan absolutamente sobresalientes los dedos. por cierto, que en esta foto puede advertore que fue tomada después de un buen paseo, o al regreso a casa.

Se ven los pies un poco hinchados, tanto en los dedos como en las venitas del empeine. Están los pobrecitos como clamando por unas caricias y un buen masaje con aceites aromáticos. Sería mejor, antes que nada, enjugarlos con unas toallitas mojadas (del tamaño de esas tradicionales de bidé) de las que todo el mundo tiene que tener una buena provisión en el congelador. Tratamiento que puede ir precedido (o sucedido, que en estas cosas no hay un consenso) de idéntica aplicación de toallita, pero esta vez no sacada del congelador, sino puesta unos segundos en el microondas.

Ya analizando en detalle el calzado, se trata de un modelo relativamente sencillo, pues la piel está tratada en una textura natural nada de charol. Nada de vestir, menos aún de fiesta, pero con algunos detalles coquetos: el lacito casi imperceptible, el talón al estilo d´Orsay, en fin esos detalles que justifican la ambivalencia de la pedicura en esmalte plata, que es formal para el sport, y es sport para quine quiere ir muy de vestir. Muy correcto; las chicas no deberían salir de sus casas sin un frasquito de esmalte plateado en el bolso.

Vamos ahora con una conocida de primera época, pero ya con el reportaje completo: se trata de esa bonita sandalia de tiritas compuestas a su vez por un haz de tres tiras (más bien, cordones de ciero) en tonos viejos, lila, rojo, y oro; tacón -finito y cilíndrico- bastante alto, y...

Veamos: Se trata de un bonito par de sandalias, y un mejor par de pies; estas sandalias sientan muy bien porque se ven siempre muy bien amarradas, es decir, formando siempre parte del pie, pero saben mostrar la totalidad del arco, y del empeine, aunque velan seductoramente el arranque de los dedos, y solo cubriendo un poco el talón.

Acercándonos, para ver ese dios (o ese demonio) que se encuentra siempre detrás de los detalles, o dentro de ellos...

Vemos que el maquillaje de las uñas sigue en un tono plateado, pero esta vez es mucho más cremoso que metálico. Las uñitas de los dedos de los pies de mi mujer están en estas fotos adecuada y agradablemente largas, y se puede pasar la lengua por ese delicioso espacio que hay en la punta de los dedos, entre la uña y la carne. A mí me gusta hacerlo, pero creo que a La Gata le gusta también que se lo haga.

Una simpática pose de extensión, que permite disfrutar de la exhibición de tendones en el empeine, verdaderos protagonistas de este estudio....

Y para terminar, otra pose distinguida no exenta de sensualidad:
Vamos a terminar con unas sandalias muy bonitas, aunque para completar el modelo y el tópico de la sensualidad van a ser, esta vez, de finitas tiras rojas . Más exactamente, de cuerpo rojo y tacón negro brillante: atan al tobillo, y hacen sortijita en el dedo gordo. El resto, inexistente o invisible.

Interesante, y merecerá un detalle explicativo, la pedicura que lleva La Gata: de trata de una reelaboración de la french de toda la vida, aunque la punta blanca se dibuja, esta vez, sobre un esmalte rojo bombero. El efecto es atractivo y curioso, aunque cuando tienes esos pies dentro de la boca el efecto hay que buscarlo más bien en el recuerdo y en el deseo.

No está nada mal, ¿no?

Aquí se ve mejor el conjunto pulserita/sortijita de la sujección de la tiritas.

Y la french-pedi en todo su esplandor, claro.


Aquella época las uñas de mi chica estaban bastante largas, bastante para mi gusto, y bastante para el gusto de La Gata. Recuerdo momentos infinitos e interminables acariciando esas uñas, acariciando esos pies, besándolos, adorándolos: dedo por dedo, en el arranque de los dedos, lamiendo las plantas, las uñas, chupando sus dedos uno a uno o en discretos grupos...


La Gata estaba desnuda, completamente desnuda cuando le tomé esta foto, que pena que las demás fotos, en las que muestra su culito, su chochito, sus muslos, su espalda, su vientre, no sean -por el momento- publicables en este prudente, pudoroso y pudibundo blog...


Ya en esta fota La Gata estaba en biquini, preparándose para bajar a la piscina. Premio para quien descubra, o adivine, de quién es el otro pie que con esmalte rojo, más granate, más oscuro, se adivina en la esquina superior derecha de la foto.



No hay comentarios:

Datos personales